LOS OLÉS DEL GUAJE

*Pequeño, habilidoso y una pegada con las dos piernas brutal, David Villa es uno de los delanteros más fenomenales que el fútbol me otorgó la gracia de ver.

*Una lesión lo marginó de aumentar más su legado, la maldita tibia fue la causante en pleno Mundial de Clubes, “el guaje” duró casi el año en volver a jugar con normalidad.

Con movimientos ágiles similares a los de una grulla, la astucia de un lince ibérico y la potencia de disparo de un toro español, David Villa se colocó en nuestra memoria después de sus hazañas con la Selección Nacional de España y con el Fútbol Club Barcelona. El juego en conjunto era su fuerte, asociativo y siempre buscando espacios, para mí él y Forlán de los delanteros más técnicos de este siglo. Al asturiano lo empecé a seguir con el Valencia, antes de los “ches” ya había destacado con el Zaragoza y se convirtió en un prospecto de centrodelantero interesante para el fútbol español.

Junto con David Silva y Juan Mata emergió un equipo interesante para la fanaticada de La Liga, lograron un fútbol vistoso que marcaron el final de la época dorada del Valencia después de llegar a dos finales de Champions a inicios del siglo XXI. Más de un centenar de anotaciones fueron coreadas en Mestalla y de está forma se ganó el aprecio y el respeto de aficionados del mundo. Esto le generó el protagonizar uno de los momentos más polémicos para el aficionado de la Roja…

Antes de la llegada de Villa como el artillero referente de la Selección Española había un héroe madridísta que era intocable para la afición, Raúl González Blanco. El Ángel seguía batiendo registros para ser la máxima figura de los de Madrid; conquistaba el Bernabéu cada fin de semana y ya existía un hueco en la historia del club junto a Paco Gento y a Di Stefano. El dorsal siete tenía un dueño el cuál a pesar de no haber logrado todavía nada con la Selección era inamovible para el mundo del fútbol.

Luis Aragonés hizo lo impensado, dejar fuera a Raúl de la Eurocopa 2008 y heredar ese mítico número a David Villa, el nuevo siete de la Selección Española. Junto con Torres se conjuntó una delantera brutal, el del Valencia y el del Liverpool eran la artillería perfecta, la confianza de Aragonés en el heredero no podía ser mejor, campeones del torneo disputado en Austria-Suiza (después de más de cincuenta años) y el guaje anotó cuatro tantos que le valieron para ser el goleador del torneo continental.

Dos años después campeón del mundo con la Roja, uno de los artificies de esa generación dorada de España. El nueve perfecto para una España asociativa y bondadosa, el delantero centro que se convertiría también en el máximo goleador de la historia de la Selección Española y que agrandaría su leyenda con el Barcelona. Finales de Champions, Ligas y estar en la mira del mundo por pertenecer al mejor equipo del mundo (en ese entonces), ganando la carrera a Henry, Ibrahimovic y otros grandes delanteros que estuvieron en la Ciudad Condal.

Una lesión en Japón, el Mundial de Clubes apagó la estrella que pudo llegar a más, no volvió a ser el mismo delantero que enamoró la península ibérica. Volver de una fractura de tibia nunca es fácil, Villa lo hizo. Sin la misma habilidad de antes, pero con la misma hambre de victoria, Villa formó parte del Atlético de Madrid que logró un titulo de liga después de más de dos décadas, irónicamente en contra de su exequipo, el Barcelona.

Aventuras en Estados Unidos y en Japón siguieron, el guaje pudo llevar su fútbol a ligas de menor nivel, el siete asturiano terminó su carrera en Nueva York y en Kobe, ciudades nada futboleras que tuvieron el privilegio de ver al mejor delantero español de la historia…

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